
09 Nov Exactamente, ¿cuánta sal deberíamos tomar al día?
Hasta los dulces tienen sal. Una guía práctica para aprovechar sus beneficios y huir de sus amenazas.
La sal es indispensable para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, que precisa de una dosis pequeña de sodio para regular, por ejemplo, el volumen sanguíneo y la presión arterial. Además, resulta crucial para las células, puesto que mantiene el agua dentro de ellas y permite que las membranas celulares funcionen correctamente.
La sal participa en la contracción muscular y en la transmisión de impulsos nerviosos, y su déficit puede hacer surgir síntomas inespecíficos como alteraciones del equilibrio, lentitud psicomotriz, dificultad del pensamiento o somnolencia.
Pero conviene distinguir entre la sal visible —aquella que añadimos en forma de pellizco en guisos y ensaladas— y la oculta, la que está presente en los alimentos. “Los quesos, mantequillas, embutidos, pizzas o lasañas, sopas de sobre, los dulces y bollerías o los precocinados presentan un alto porcentaje de sal que supone alrededor del 72% del total que ingerimos.
¿Con cuánta sal debemos cocinar?
Gran pregunta que, por su magnitud, no tiene una respuesta categórica. Algunos estudios se han ocupado de comprobarlo, cayendo en la cuenta de que este es, sin duda, un poderoso nudo gordiano de la alimentación. No obstante, acudiendo de nuevo a la recomendación de la OMS, la Cantidad ideal para una persona sana es la de 2 gramos de sodio al día, Unos 5 gramos de sal.
Traducido a otros términos, una de las míticas cucharillas de café. Pero esta es la suma de la sal del salero, la que usamos para cocinar, y la que recibimos de los propios alimentos, por eso es conveniente huir de los procesados y apostar por productos y materias primas naturales, además de atender a las etiquetas de lo que consumimos.
Consejo aplicable a una persona sana. Pero, ¿qué ocurre con los pacientes hipertensos? La ciencia ha demostrado con numerosos análisis que una reducción moderada del consumo de sodio afecta positivamente a la salud. Las medidas recomedadas de sal se reducen y la cantidad debe ser la mínima posible: el objetivo son 1,5 gramos diarios y siguiendo siempre las pautas y recomendaciones médicas. Es preferible optar por saborizantes naturales sustitutivos de la sal, como el romero, el tomillo o el limón, bajos en sodio. Porque, normalmente, las sales bajas en sodio cambian este elemento por el potasio, que en exceso puede afectar a la función renal y a la descomposición normal de proteínas en el organismo.
¿qué hay de los diabéticos? La Asociación Americana de Diabetes apuesta por los 2,3 gramos pero invita a reducir esa cantidad a los 1,5, aunque también alerta de que unos niveles demasiados bajos de sodio pueden resultar contraproducentes para los pacientes en casos de enfermedad cardiaca. Por eso, de nuevo, mesura y prescripción médica.
No sonarán extraños. Evitar los snacks, los enlatados, precocinados y envasados, sustituyéndolos porderivados de los cereales como el pan integral —mejor con poca sal—, legumbres, frutas o verduras. De nuevo, la dieta mediterránea y los hábitos saludables se revelan como el mejor camino hacia el bienestar. Además de los precocinados, debemos evitar condimentos como extractos de carne, cubitos de caldo y salsas preparadas, los productos que contienen carbonato o bicarbonato sódico, y probar los alimentos antes de añadir sal.
En definitiva, dieta saludable, productos naturales y frescos y unos buenos hábitos y rutinas. Pero tampoco saltar al otro extremo y únicamente comer apio hervido. La sal cumple su función y, en su justa medida, también es necesaria. Por eso, atención a las etiquetas y cucharilla en mano, siempre dispuesta a medir para no pasarse con los pellizquitos.