En primer lugar, vamos a separar las claras de las yemas de los huevos.
Ahora, en el recipiente donde tenemos las yemas, añadimos 60g de azúcar y batimos intensamente con unas varillas hasta que esté bien integrado y bien cremoso. En este punto, vamos a añadir el mascarpone y lo mezclaremos todo bien.
Por otro lado, vamos a montar las claras a punto de nieve haciendo uso de una batidora de varillas eléctricas (podéis intentar montarlas a mano, pero armaros de paciencia, porque es bastante difícil). Cuando empiecen a montar, vamos a ir añadiendo los otros 60g de azúcar poco a poco, como una lluvia, mientras seguimos batiendo. Sabremos que están perfectamente montadas cuando estén duras y al dar la vuelta al recipiente, éstas no se caigan.
Vamos con el montaje del tiramisú. Preparamos el café (que puede ser soluble, pero mucho mejor si es expreso recién hecho) y le añadimos las 2 cucharadas de azúcar. Si no estáis seguros de cuánto café absorberá cada bizcochitos, coged uno y haced una prueba, pero no tengáis miedo porque permiten bastante cantidad de café.
El proceso es el siguiente: vamos a ir colocando los bizcochos mojados uno al lado del otro, todos en un mismo sentido, hasta cubrir la base de un recipiente preferentemente rectangular y grande (sale una buena cantidad de tiramisú). Acto seguido, cubrimos los bizcochos con una buena capa de crema, y finalmente espolvoreamos con cacaos en polvo la superficie hasta cubrirla por completo y que no se vea la base blanca, con ayuda de un tamizador o con un colador.
Repetiremos el proceso tantas veces como nos permita el recipiente y la cantidad de crema y bizcochos. Si nos sobrasen ingredientes, podemos aprovecharlos para hacer copas individuales, que además quedan preciosas. Después de montarlo, debemos dejarlo reposar en la nevera durante al menos 1 hora, aunque ya os digo que cuanto más tiempo lo dejemos, mejor.
Podéis añadir al café un chorrito de algún licor como amaretto.
Brutal!